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09/12/13 | Informes

EDITORIAL - Entre el Mercosur y Ronald Reagan

Image En el año 1982, el presidente norteamericano Ronald Reagan realizó una gira por América latina. Durante una cena protocolar, el actor fetiche de las películas de westerns cometió un error tremebundo. En el momento del brindis, el líder de la Casa Blanca alzó la copa y pidió un saludo al pueblo de Bolivia. En ese momento, la comandancia castrense a cargo del Palacio Planalto y del Palacio Itamaraty no supo cómo reaccionar. Reagan intentó excusarse de su furcio alegando que el país del altiplano era el próximo paso de su visita al Cono Sur. Brasil también empieza con B larga, se debe de haber autojustificado en silencio. La anécdota marca cuál era el clima de época político en el sistema inter- americano. Además, grafica en qué contexto de las relaciones internacionales finalizaban los terrorismos de Estado y, paralelamente, cuál era el pasado cercano del retorno a las urnas y los cuartos oscuros.

En líneas generales, el Partido Republicano en Estados Unidos, junto a Margaret Thatcher en el Reino Unido, lideraba un período global denominado en los manuales de historia del siglo XX como la Restauración Conservadora. Era, además, el último tramo de la Guerra Fría contra la Unión Soviética. El capitalismo occidental levantaba la copa del campeón. En consecuencia, las dictaduras militares del Cono Sur entraban en tiempo de descuento. Pero, Reagan, con la bajada de línea del complejo militar industrial del Pentágono, inauguraba otra lista de enemigos a vencer. Así nació la estrategia militarista de la guerra contra las drogas, que hoy sigue en curso. Por otro lado, la Casa Blanca sólo pretendía vincularse con Suramérica con la agenda de la deuda externa. Así miraba el hegemón mundial al sur del Río Bravo. Paralelamente, el sistema democrático retornaba a la región. Primero, en los países del arco andino. Luego, en la zona de la Cuenca del Plata. El proceso de integración sudamericano había tocado fondo. Se había descendido al peor de los infiernos. En ese cuadro, sólo unos años después de que Reagan descorchara champagne en países imaginados por él mismo, nace el prólogo del Mercosur.

“Cuando asume la Presidencia de Brasil José Sarney (1985), los gobiernos democráticos de ambos países concordaron estrechar aún más los lazos económicos y comerciales. En noviembre de 1985, durante la inauguración del Puente Tancredo Neves, sobre el río Iguazú, los presidentes (Raúl) Alfonsín y Sarney se reunieron e iniciaron las conversaciones para promover una gradual integración Argentina-Brasil para la creación de un Mercado Común. Al cual después podrían asociarse otros países y luego, con la unificación creciente del espacio suramericano, alcanzar el máximo de autosuficiencia en productos esenciales, insumos básicos y bienes de capital, sustituyendo al dólar por una moneda convenio en el intercambio regional y así diluir las presiones sobre la balanza de pagos”, contextualiza el famoso historiador brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira en su obra cumbre Argentina, Brasil y los Estados Unidos - De la Triple Alianza al Mercosur. Las palabras de Moniz Bandeira –el reconocido académico que hoy vive en Alemania pero fue uno de los principales asesores de Itamaraty en las últimas tres décadas– sintetizan el paradójico momento regional. Si bien la salud política y financiera de Suramérica era pésima: gobernabilidad acotada (los militares seguían siendo un importante factor de poder doméstico) más languidez de los aparatos productivos nacionales, la dupla Alfonsín-Sarney logró forjar el grado cero de un proceso de articulación que hoy alcanzó pisos denominadores comunes, inimaginados entonces, como la Unasur, el Consejo de Defensa Sudamericano o el Banco del Sur.

Por último, ¿cómo fue el traspaso de mando político de las juntas militares a la clase político durante los ochenta? En un brillante paper titulado Revisando las transiciones democráticas en América latina, el sociólogo chileno Manuel Garretón identifica dos tipos de bisagras institucionales en la región: “las transiciones por arriba (Brasil-Chile)” y las “transiciones desde abajo” (países centroamericanos). “La incapacidad de generar un régimen político permanente legitimado de carácter autoritario obligó a las dictaduras a abrirse a fórmulas que implicaran algún tipo de innovación democrática. Desde el caso más evidente del régimen brasileño, que creó un sistema acotado de partidos de gobierno hasta el plebiscito chileno”, interpreta el investigador trasandino en la citada obra y, luego, concluye que: “Pero, también hubo procesos de movilización social y política (la huelga general de la CGT en 1982 podría ser un ejemplo) que se combinaron para forzar las aperturas desde arriba. Es el componente desde abajo. Mientras más sociales fueron tales movilizaciones, más descompusieron el régimen militar, pero menos avanzaron en una transición política ordenada”.

En definitiva, la vuelta a las urnas en Suramérica clausura una etapa, donde partidos políticos, clases sociales y Estados apelaron a la vía militar como táctica excluyente; y, paralelamente, cristaliza el nacimiento de la disputa de la hegemonía político cultural por medios pacíficos. En términos concretos, se acaban los fierros como alternativa, y emerge la democracia como teatro político dominante. Cuando el afamado politólogo francés Alan Rouquie presentó en Buenos Aires su último libro, A la sombra de las dictaduras - La democracia en América Latina, el pensador galo leyó el significativo momento político de la región de la siguiente manera: “La violencia política desapareció como alternativa de poder en el tablero latinoamericano por varias razones pero, principalmente, porque se terminó la guerra fría. Este hecho quitó a los militares el pretexto para intervenir en el nombre de la libertad, la sociedad cristiana, etcétera. Y les quitó presupuesto también. Y, por otro lado, la izquierda abandonó la lucha armada como opción porque entendieron que toda esa retórica criticando a la democracia como formal o burguesa cayó en saco roto. Porque más valía democracia formal que desaparecidos”.

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