Contra la tendencia global, incluida la argentina, los actos delictivos en Suecia manifiestan una notable baja.

De hecho, el descenso de ingresos en prisión en los últimos dos años fue tan fuerte que desató la clausura de cuatro cárceles y un centro de prisión preventiva.

"Hemos visto una caída fuera de lo común en el número de reclusos. Ahora tenemos la oportunidad de cerrar una parte de nuestra infraestructura que no necesitamos en este momento", afirmó el jefe penitenciario Nils Öberg.

La población penal sueca se redujo considerablemente: desde su máximo registro de 5.722 presos en 2004, quedaron 4.852 en 2012, según datos oficiales publicados en el diario The Guardian.

Durante ese mismo trayecto, se redujo la cantidad de encarcelados por robo en 36%, por delitos de drogas en 25% y por crímenes violentos en 12%.

Las prisiones que dejarán de operar se ubican en las ciudades de Åby, Haja, Båtshagen y Kristianstad: las primeras dos serán vendidas, en tanto que las otras se usarán para la actividad pública.