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27/10/13 | Varios / Sugerencias

Dichos populares - De d贸nde viene...

Image De d贸nde viene...

Autor: Felipe Pigna

Hay dichos populares y palabras que nos acompa帽an desde nuestras infancias. Sentenciados por abuelos, t铆os (verdaderos o postizos) y padres, pasan de generaci贸n en generaci贸n sin que muchas veces nos preguntemos cu谩l es su origen, como se dice popularmente de d贸nde vienen.

El poco deseable calificativo de 鈥渃ornudo鈥 parece originarse en los pa铆ses n贸rdicos a ra铆z de una odiosa tradici贸n que reg铆a en toda la Europa feudal y pon铆a brutalmente en evidencia el poder de los 鈥渘obles鈥 y 鈥渟e帽ores鈥: el derecho de pernada, o sea la prioridad del mandam谩s del lugar en quitarles la virginidad a las j贸venes del lugar que se ejerc铆a preferentemente en la noche de bodas de la 鈥渁fortunada鈥. En esa ocasi贸n se colocaba en la puerta de la habitaci贸n conyugal una cornamenta de alce mientras duraba la 鈥渃eremonia鈥. Al marido excluido, pero curiosamente halagado seg煤n las curiosas costumbres de la 茅poca porque su mujer hab铆a sido seleccionada por el 鈥渟e帽or鈥 se lo comenz贸 a llamar desde entonces cornudo.

La frase 鈥渆l que se fue a Sevilla perdi贸 su silla鈥, deb铆a decir 鈥渆l que se fue de Sevilla perdi贸 su silla鈥 porque el dicho hace referencia al famoso obispo Alfonso de Fonseca (1475-1534), cercano consejero de Isabel la Cat贸lica, quien tuvo que dejar provisoriamente su silla episcopal en manos de su 鈥渁dorable sobrino鈥 para viajar en 1508 a Santiago de Compostela en Galicia, en la otra punta de la Pen铆nsula, a concretar unos tr谩mites. No eran 茅pocas de trenes Aves ni aviones, as铆 que el hombre de Dios se demor贸 un poco en regresar. Para cuando esto ocurri贸 su sobrino hab铆a ocupado su silla y el obispado sevillano. Fonseca pudo litigios mediante recuperar la ansiada silla episcopal.

En una cena entre amigos, a la hora de pagar suele decirse 鈥渜ui茅n cargar谩 con el muerto鈥, ignorando seguramente que se est谩 haciendo referencia a una frase muy antigua originaria de la Europa medieval, un 茅poca oscura, donde los ajustes de cuentas v铆a asesinato eran bastante frecuentes. En muchos poblados se hab铆a establecido que si no aparec铆a el culpable de un homicidio determinado, todo el pueblo pagar铆a una importante multa. Esto llevaba frecuentemente a que los habitantes de un pueblo, ante la aparici贸n de un cad谩ver, cargaran sigilosamente al muerto para depositarlo fuera de las fronteras para que la multa no recaiga en ellos sino en sus vecinos.

Cuando decimos que algo aparentemente no tiene arreglo recurrimos a la pobre t铆a de nuestro interlocutor 鈥渘o hay tu t铆a鈥. Pero la frase que se pierde en la noche de los tiempos hace referencia en realidad a la tut铆a, resultante del holl铆n que se juntaba en el verdadero centro de de la mayor铆a de las casa de la gente com煤n que eran las chimeneas. All铆 se reun铆an las familias a cocinar y a comer en sus proximidades. Al producto de la combusti贸n se le sumaba los diferentes efluvios de las comidas que se iba acumulando conformando una especie de ung眉ento que se raspaba de la chimenea y que, hoy sabemos, conten铆a di贸xido de cinc. Esa era la tut铆a que se usaba para curar heridas, paspaduras y raspones. Por eso frente a su ausencia la cosa se complicaba y no hab铆a remedio.

Cuando alguien experimenta alguna situaci贸n de supervivencia al l铆mite, decimos 鈥渟e salv贸 por un pelito鈥 remitiendo involuntariamente a la 茅poca de las grandes expediciones marinas, 茅pocas en los hombres usaban largas cabelleras y en las que no era para nada infrecuente que un marinero ca铆do al mar fuera salvado de un ahogo seguro tom谩ndolo literalmente de los pelos.

Otra frase de claras connotaciones hist贸ricas es 鈥渘o hay moros en la costa鈥 y que hace referencia a los permanentes ataques a las costas del Mar Mediterr谩neo perpetrados durante siglos por los 谩rabes, berberiscos y turcos, llamados moros. Era para los europeos de aquellas zonas una buena noticia que no hubiera moros en la costa.

Cuando alguien se borra de una situaci贸n inconveniente o de compromiso, pero su ausencia se hace notable, decimos que 鈥渂rill贸 por su ausencia鈥 remiti茅ndonos nada menos que al autor romano Cornelio T谩cito quien vivi贸 entre los a帽os 55 y 117 de nuestra era. En sus c茅lebres Anales narra los funerales de Junia Terta Tertulia, sobrina de Cat贸n el censor, esposa de Casio y hermana de Bruto. Estos dos 煤ltimos eran nada menos que los asesinos de Julio C茅sar. T谩cito enumera los notables presentes en la ceremonia f煤nebre y hace notar que 鈥渂rillaban sobre todos Casio y Bruto, precisamente porque no estaban a la vista鈥 o sea que 鈥渂rillaron por su ausencia鈥.

Se cuenta que un laborioso sastre de una ciudad italiana se hart贸 de que su 鈥渄istinguida鈥 clientela le pidiera cortes de tela para probarlos para nunca regresar por su tienda. El hombre cambi贸 de m茅todo y comenz贸 a entregar por todo muestra un bot贸n, originando un dicho que ha atravesado los siglos.

Cuando algo se hace r谩pidamente decimos que fue en un 鈥渟antiam茅n鈥, pero se nos adelantaron varios siglos los feligreses apurados y quiz谩s un tanto cansados que apocopaban la frase final de la misa 鈥淚n nomine Pater, Filli et Spiritu Sancti, Am茅n鈥, dec铆an 鈥渟antiam茅n鈥 y sal铆an a disfrutar de ansiado descanso del domingo.

鈥淵o no pongo las manos en el fuego por nadie鈥, es una frase muy usada entre nosotros por distintos motivos y en situaciones variadas. Pero en su origen 鈥減oner las manos en el fuego鈥 no era optativa ya que ten铆a que ver con las horrendas pr谩cticas de la Inquisici贸n y el llamado juicio de Dios en el que una persona acusada de hereje era obligaba a poner sus manos sobre hierros candentes para comprobar su grado de culpabilidad. Si el acusado sal铆a muy chamuscado era un claro indicio de culpabilidad porque Dios no hab铆a hecho nada para evitarle el sufrimiento y las consiguientes heridas.

Solemos usar el t茅rmino 鈥渂artolear鈥 o 鈥渢irarse a la bartola鈥. Antiguamente en Espa帽a se llamaba Bartola a barriga, a la panza, de manera que tirarse a la bartola era echarse panza arriba. El dicho se vio reforzado por la fiesta de San Bartolom茅 se celebra el 24 de agosto marcando el final de la cosecha y la 茅poca propicia para tomarse un descanso. Por estas licencias San Bartolom茅 se fue convirtiendo en uno de los m谩s populares del santoral y el nombre del ap贸stol de Jes煤s que muri贸 desollado qued贸 asociado a la fiesta y al descanso, a tirarse a la bartola.


Bibliograf铆a:
Jos茅 Calles Vales y Bel茅n Bermejo Mel茅ndez, Expresiones y dichos populares, Madrid, Libsa, 2010.

H茅ctor Zimmerman, Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, Buenos Aires, Aguilar, 1999.

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