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02/09/13 | Varios / Sugerencias

2 de Septiembre - DIA DE LA INDUSTRIA

Image 2 de septiembre - D铆a de la Industria

El 2 de septiembre de 1587 sali贸 del puerto de Buenos Aires rumbo a Brasil la primera exportaci贸n de productos elaborados: tejidos y bolsas de harina provenientes de Tucum谩n, que hab铆an sido elaborados en Santiago del Estero. Por esta raz贸n, en esta fecha se conmemora el D铆a de la Industria. En la d茅cada de 1940, durante la primera presidencia de Juan Domingo Per贸n, la conmemoraci贸n del D铆a de la Industria fue pasada para el 6 de diciembre por considerarse que el 2 de septiembre se conmemoraba un hecho con car谩cter comercial. Por otra parte, seg煤n denunci贸 Juan Ram铆rez de Velasco, gobernador de Tucum谩n en 1587, dentro de las bolsas de harina se encontraban camuflados varios kilos de barras de plata del Potos铆, cuya exportaci贸n estaba prohibida. Es decir que la 鈥減rimera exportaci贸n argentina鈥 encubri贸 un acto de contrabando y comercio ilegal. A continuaci贸n, transcribimos un art铆culo aparecido en diciembre de 1946 sobre el proceso industrial del pa铆s y sobre la discusi贸n en torno a la fecha de esta celebraci贸n.


El d铆a de la Industria (2 de septiembre de 1587)

Fuente: Felipe Pigna

"Y si todos los espa帽oles que en estas partes est谩n y a ellas vienen fuesen frailes, o su principal intenci贸n fuese la conversi贸n de estas gentes, bien creo yo que su conversaci贸n con ellas ser铆a muy provechosa; m谩s como esto es al rev茅s, al rev茅s ha de ser el efecto que obrare; porque es notorio que la m谩s de la gente espa帽ola que ac谩 pasa son de baja manera, fuertes y viciosos de diversos vicios y pecados. Y si a estos tales les diese libre licencia de se andar por los pueblos de indios, antes por nuestros pecados se convertir铆an a sus vicios que los atraer铆an a virtud."

Carta de Hern谩n Cort茅s a Carlos V

Desde 1941 se celebra en Argentina el 2 de septiembre como el d铆a de la industria en homenaje a un episodio, que bien analizado, no deja de ser todo un s铆mbolo del "ser nacional" y del estado actual de la actividad productiva m谩s vapuleada desde aquel fat铆dico 24 de marzo de 1976, que implant贸 el modelo de desindustrializaci贸n afianzado por los jinetes de nuestro Apocalipsis, Menem-Cavallo-De la R煤a & Company entre 1989 y el 2001.

Debe haber pocos pa铆ses en el mundo, por no decir ninguno y aumentar nuestro Ego, por aquello de la originalidad nacional, que para homenajear a su Industria Nacional, elijan un hecho delictivo, concretamente, un episodio de contrabando. Eso fue lo que ocurri贸 aquel 2 de septiembre de 1587 en el territorio que hoy conocemos como la Rep煤blica Argentina y que entonces pertenec铆a al Virreinato del Per煤.

El calendario recuerda aquel 2 de septiembre de 1587 cuando zarp贸 del fondeadero del Riachuelo, que hac铆a las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra con rumbo al Brasil.

La San Antonio llevaba en sus bodegas un cargamento proveniente del Tucum谩n, fletado por el obispo de esa ciudad, Fray Francisco de Vitoria. Se trataba de tejidos y bolsas de harina producidos en la por entonces pr贸spera Santiago del Estero. Lo notable es que dentro de las inocentes bolsas de harina, seg煤n denunci贸 el gobernador del Tucum谩n Ram铆rez de Velasco, viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potos铆, cuya exportaci贸n estaba prohibida por Real C茅dula. Es decir que la "primera exportaci贸n argentina" encubre un acto de contrabando y comercio ilegal.

Negocios en el Tucum谩n

El Obispo Francisco de Vitoria hab铆a servido en Charcas a un mercader y all铆 pudo entablar relaciones comerciales con los miembros m谩s notables de la Audiencia, lo que le permiti贸 obtener un permiso para importar esclavos desde el R铆o de la Plata. Hasta entonces no hab铆a entrado ni un solo esclavo por Buenos Aires. Vitoria fue el pionero del tr谩fico negrero en estas tierras. Sin embargo el Consejo de Indias lo hab铆a propuesto 鈥減or ser muy buen letrado y predicador鈥 y por poseer excelentes recomendaciones por su pasado de consejero de la Inquisici贸n en Espa帽a.

En 1586, fue nombrado Juan Ram铆rez de Velasco gobernador de Tucum谩n. Sus primeras medidas fueron condenar el concubinato ("amancebamiento"), la sodom铆a y el estupro. Sus principales enemigos eran el obispo Vitoria y sus socios de la Audiencia de Charcas. El gobernador denunci贸 el contrabando practicado sistem谩ticamente por Vitoria, pero los miembros de la Audiencia, que estaban en el negocio, parec铆an no "o铆r" sus reclamos.

Dec铆a en sus notas 鈥渆n esta ciudad est谩 la iglesia catedral y por obispo de ella don Francisco de Vitoria, de la orden de Santo Domingo, (...) que si hay escasez de sacerdotes se debe, no a la pobreza de la tierra, sino a los malos tratamientos del prelado porque aun los legos no lo pueden sufrir. A m铆 me ha excomulgado dos veces. Todo su negocio es tratos y contratos".

Ram铆rez de Velasco, ya que no pod铆a con el Obispo, empez贸 a hacer justicia con sus amigos. A un tal Garc铆a de Jara que hab铆a matado unos 11 indios y realizado unos "nueve estupros con fuerza en indias peque帽as, que por serlo mucho murieron seis y realizado muchas difamaciones por ser uno de esos que lavan su lengua en honras de mujeres honestas", mand贸 que le cortasen la lengua y la clavaran en un madero y lo que quedaba de 茅l, que lo colgaran "hasta que muriera de muerte natural".

El obispo, que ten铆a m谩s de 20.000 indios en encomienda, no prestaba mucha atenci贸n a lo que dec铆a San Jer贸nimo (驴347?-420) "Como el mercader nada agrega al valor de sus mercader铆as, si ha ganado m谩s de lo que ha pagado, su ganancia implica necesariamente un p茅rdida para el otro; y en todo caso el comercio es siempre peligroso para su alma, puesto que es casi imposible que un negociante no trate de enga帽ar". Ni a San Ambrosio (340-397), que condenaba sin soslayos la propiedad privada: "todo lo que tomas sobre tus necesidades, lo tomas por violencia. Dios, 驴habr铆a sido bastante injusto para no distribuir con igualdad los medios de vida, de manera que t煤 estar铆as en la abundancia, mientras que otros sufrir铆an necesidades? El pan de los hambrientos es el que t煤 acaparas, el traje de los desnudos es el que guardas, el dinero que tu ocultas es el rescate de los desgraciados".

El gobernador se expresaba en estos t茅rminos en una carta al Rey Felipe II: 鈥淓l obispo Vitoria tiene amedrentados a vuestros vasallos con sus continuas excomuniones y su vida y ejemplo no es de prelado sino de mercader (...) No he visto que haya acudido a las cosas de su cargo ni le he visto en la iglesia ni entiende en la conversi贸n destos pobres naturales (...) y en el entretanto que andaban las procesiones estaba 茅l por sus manos haciendo fardo para llevar al Brasil (...) y llegaron sesenta negros que le dejaron los ingleses (...) vino a esta ciudad con ellos (...) deja de acudir al oficio de pastor para acudir al de mercader sin acordarse destas pobres ovejas (...) y en sabiendo un pecado o liviandad de alguno le hace proceso, y el tal culpado, por no venir a sus manos le da cuanto tiene (...) lo que se ha podido averiguar del oro y la plata que el obispo envi贸 al Brasil son los mil y quince marcos de plata blanca y treintinueve marcos de oro de ocho onzas m谩s trescientos setenta pesos de oro de 22 quilates y dos cadenas que pesaron ciento y noventa y cinco pesos y quince marcos de plata labrada que envi贸 el dicho en el dicho nav铆o a Manuel Tellez Barreto, gobernador de Bah铆a鈥.

La 鈥渘ave del D铆a de la Industria鈥 emprendi贸 su regreso con ciento veinte pasajeros involuntarios (esclavos negros, destinados a las minas de Potos铆, y varias decenas de campanas y cacerolas), pero fue abordado por el pirata ingl茅s Thomas Cavendish y sus hombres. Al pirata, poco afecto a los rezos y sermones, no lo amedrent贸 la presencia del obispo, y se rob贸 el barco con toda la mercader铆a y la mitad de los esclavos.

Vitoria, entonces, debi贸 hacer obligadamente voto de pobreza y caminar casi desnudo hasta Buenos Aires, donde fue rescatado y, para desgracia de Velasco, devuelto a su di贸cesis.

Pero al a帽o siguiente, vendi贸 60 esclavos en Potos铆 y reuni贸 un capital interesante como para insistir con su negocio, esta vez en un nav铆o propio y con pasajeros que llevaban, entre todos, de 40.000 a 45.000 pesos. Sin embargo, fueron sorprendidos por un temporal muy fuerte y 鈥渄ieron al trav茅s de la otra banda del r铆o鈥 鈥揷omo informaba el gobernador del Tucum谩n en diciembre de 1588鈥, donde los n谩ufragos enterraron la plata y anduvieron pr贸fugos de los indios, hasta que los salv贸 una expedici贸n salida de Buenos Aires. El obispo rescat贸 15.000 pesos que ten铆an los naturales; seg煤n el gobernador, porque 鈥淒ios no mir贸 las ofensas que le ha hecho su desenfrenada lengua鈥. Aparentemente el Todopoderoso se arrepinti贸, porque en Buenos Aires el gobernador Torres de Navarrete, amigo de lo ajeno y del mencionado espa帽ol de los cien a帽os de perd贸n, se ech贸 sobre la plata, tom贸 5.000 pesos y el resto lo reparti贸 entre los vecinos; con lo cual Vitoria y su gente tuvieron que volverse al Tucum谩n caminando. Algunos herejes suponen que el obispo del Tucum谩n fue el precursor de las peregrinaciones a pie en nuestro pa铆s.

Los cabildos de la regi贸n comenzaron a protestar contra el obispo que no se ocupaba "de las cosas de la fe", sino de los negocios.

El sucesor de Ram铆rez de Velasco, Hernando de Lerma, lleg贸 a desterrar al de谩n Francisco de Salcedo, nombrado por Vitoria, a la ciudad de Talavera del Esteco. All铆 Salcedo sublev贸 a la poblaci贸n y transform贸 al convento mercedario "en ciertas horas en cuartel y en otras en una casa de placeres". Parece que por las noches apenas terminadas las oraciones del templo, se abr铆a la puerta falsa del convento y entraban sigilosamente mujeres embozadas. Talavera era la "ciudad de la lujuria鈥 y Salcedo se transform贸 en el caudillo de Talavera del Esteco en abierto desaf铆o al poder de Tucum谩n.

Todos estos episodios culminaron con la separaci贸n del obispo de su di贸cesis. El gobernador del Tucum谩n lo acusaba de haber expulsado con sus malos tratos a casi todos los sacerdotes de su di贸cesis y, suprema ofensa para la 茅poca, dej贸 entender que el obispo era "cristiano nuevo", es decir, jud铆o. En aquellos tiempos la "pureza de sangre" era un argumento decisivo. En un Estado que hab铆a usado para consolidarse el molde y yunque de la religi贸n, todos los que no pod铆an demostrar su linaje cristiano estaban discriminados de antemano. Por lo cual, la acusaci贸n de ser un marrano -un jud铆o convertido que segu铆a respetando la fe de sus mayores- o incluso un cristiano nuevo era un arma letal y muy f谩cil de usar: no hab铆a nada m谩s eficaz contra un enemigo que proclamar que no era un creyente verdadero.

Pero lo que seguramente nunca imagin贸 el creativo obispo Francisco de Vitoria es que su acto se transformar铆a en todo una alegor铆a de la Argentina contempor谩nea y que se le asignar铆a un espacio destacado en la caprichosa efem茅ride oficial.

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