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07/06/13 | Varios / Sugerencias

1810 - 7 de Junio - 2013, D铆a del " PERIODISTA "

Image 7 de Junio - D铆a del Periodista


El D铆a del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en C贸rdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patri贸ticas. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fund贸 la "Gazeta de Buenos Ayres", primer peri贸dico de la etapa independentista argentina. La Primera Junta indic贸 por decreto su fundaci贸n por ser necesario anunciar al p煤blico los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan Jos茅 Castelli.


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Manuel Moreno sobre la prensa y la fundaci贸n de La Gazeta de Buenos Ayres

La Revoluci贸n de Mayo hab铆a comenzado. El primer gobierno patrio estaba constituido. Pero la confusi贸n del momento, el ida y vuelta de rumores, las conspiraciones realistas, advirtieron de inmediato al grupo patriota de la necesidad de contar con un 贸rgano oficial de prensa, algunas hojas al menos que dieran a conocer a la poblaci贸n las motivaciones, intenciones y objetivos de los cambios que se iban sucediendo.

As铆, a instancias del secretario de la Junta, Mariano Moreno, comenz贸 a publicarse La Gazeta de Buenos Ayres. En su redacci贸n participaron tambi茅n Juan Jos茅 Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Pedro Agrelo y Bernardo de Monteagudo, entre otros, quienes tuvieron a cargo la tarea de hacer conocer "una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicaci贸n p煤blica de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principado, una sincera y franca manifestaci贸n de los estorbos que se oponen al fin de su instalaci贸n y de los medios que adopta para allanarlos".

En su primer n煤mero, el 7 de junio de 1810, La Gazeta expresaba: 鈥淓l pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de 茅stos se interesa en que todos conozcan la execraci贸n con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo peri贸dico semanal con el t铆tulo de Gazeta de Buenos Ayres鈥.

Reproducimos en esta oportunidad un fragmento de un texto escrito por Manuel Moreno, hermano del fundador de aqu茅l c茅lebre peri贸dico, donde reflexionaba sobre la libertad de imprenta, criticaba la estrecha censura impuesta por Espa帽a antes de la Revoluci贸n de Mayo y enfatizaba 鈥渓a heroica dedicaci贸n鈥 de su hermano para 鈥渢rabajar en la p煤blica felicidad鈥 y 鈥渆xcitar el 谩nimo del pueblo a examinar sus intereses y sus derechos, establecer los principios s贸lidos de su felicidad, y combatir los agentes de la tiran铆a鈥.
Fuente: Manuel Moreno, Vida y Memorias de Mariano Moreno, Buenos Aires, Eudeba, 1968, p谩gs. 132-136.


La imprenta es libertada de sus antiguas vejaciones

Del estado de opresi贸n en que se hallaba Buenos Aires antes de su revoluci贸n, es f谩cil colegir las trabas que exist铆an sobre la imprenta. Ese garante 煤nico y poderoso de los derechos de los pueblos, la libertad de escribir estaba proscripta con los m谩s terribles anatemas del gobierno y la religi贸n. En toda la monarqu铆a espa帽ola el despotismo pol铆tico y sacerdotal hab铆a encadenado las inquisiciones del entendimiento a ciertas m谩ximas estrechas, que ni era l铆cito examinar ni desechar. El genio, comprimido en esfera que le era permitido correr, perd铆a su vigor, y la curiosidad, desnuda de los est铆mulos que necesita para descubrimientos 煤tiles, no produc铆a nada. Con respecto a la Am茅rica, las prohibiciones generales adquirieron una nueva fuerza pasando el oc茅ano, y los decretos de la inquisici贸n encontraron menos resistencia, en un campo privado del influjo de la ilustraci贸n de otros pueblos vecinos, que siempre proteg铆a en algo a la Pen铆nsula. El gobierno espa帽ol segu铆a constantemente este sistema escandaloso con los metropolitanos; mas la opresi贸n de 茅stos serv铆a como de un extremo de libertad comparativa para vejar a los colonos. As铆 era que los escritos, que pod铆an circular en los dominios europeos, estaban muchas veces prohibidos en las Am茅ricas. Los nativos del pa铆s ten铆an aqu铆 menos ocasiones de dar a luz sus pensamientos, por la rareza de la prensa, otro tanto que la persecuci贸n de la ley; si acaso en el retiro de sus habitaciones se dedicaban a alguna investigaci贸n 煤til, su trabajo quedaba condenado a la oscuridad en que deb铆an morir sus autores, cuando fuesen bastante afortunados para evitar la vigilancia del gobierno. Todo ensayo pol铆tico, todo examen de la constituci贸n del pa铆s y sus recursos, en una palabra, la historia de los sucesos de la conquista, y los subsiguientes hasta la presente 茅poca, estaba vedada a los americanos. Algunas disposiciones de la corte prohib铆an expresamente se escribiese sobre estos puntos en las colonias.

De hecho, la libertad de la prensa qued贸 establecida en Buenos Aires por la reforma, aunque todav铆a muy lejos del t茅rmino a que debe tocar. Pero reflexionando en las circunstancias veremos que esta precauci贸n fue muy sabia, y mucho m谩s ben茅fica que una repentina abolici贸n de las prohibiciones de escribir; lo primero, porque una alteraci贸n de esta naturaleza habr铆a hecho degenerar en licencia el uso libre de la prensa, como puede verse en C谩diz, donde el pueblo ha pasado de golpe de una absoluta comprensi贸n a la m谩s ilimitada libertad, y lo segundo, porque la guerra que los enemigos de la causa hac铆an violentamente, exig铆a mucha prudencia para entablar reformas inesperadas, y hac铆a necesario evitar el estruendo y aparato de toda formal mutaci贸n. Los pueblos no pueden ser libres cuando se quiere que lo sean, sino cuando pueden serlo, y el paso dif铆cil desde la esclavitud a la verdadera y s贸lida libertad debe hacerse por grados. Primero era destruir a los enemigos del sistema que estaba fund谩ndose, aunque fuese a costa de alguna privaci贸n por parte del pueblo, que poner a 茅ste en completo ejercicio de sus prerrogativas, que la obstinaci贸n de aqu茅llos har铆an solo permanentes un d铆a.

Ni era propio que el don de la libertad de la prensa saliese de un gobierno reciente, y adem谩s provisional y no constitutivo, ni hubiera dejado de sufrir graves inconvenientes por la oposici贸n de las preocupaciones. Acaso la mayor parte de la sociedad no habr铆a conocido de pronto el beneficio que se le procuraba, y no se habr铆a aprovechado de esta franqueza; en otros, el imperio de la costumbre los har铆a seguir mirando como sospechoso un presente desacreditado por la administraci贸n anterior. Sin expedir una abolici贸n solemne de las vejaciones de la imprenta, la junta la empez贸 a preparar por una discreta tolerancia, e hizo saber a los literatos que era tiempo de ejercitar sus talentos 1.


Establecimiento de la Gazeta de Buenos Ayres por el doctor Moreno

El doctor Moreno tom贸 sobre s铆 el cargo de editor de la Gazeta de Buenos Ayres, cuyo establecimiento fue promovido por 茅l mismo. En tiempos anteriores Buenos Aires tuvo un papel p煤blico con el t铆tulo de Tel茅grafo, y posteriormente otro con el de Semanario de Agricultura, Industria y Comercio; ambos peri贸dicos fueron de corta duraci贸n, y sus autores o maltratados por el gobierno, o disgustados de su est茅ril empresa, se hab铆an reducido al silencio, como los del Mercurio Peruano, en Lima. Cuando se estableci贸 la junta, se echaba de menos el medio sencillo de esparcir las ideas, y hacer a los hombres comunicativos, que en todas partes se ejecuta por esta clase de escritos. Esta falta no pudo escapar a la penetraci贸n del doctor Moreno, y su anhelo del bien p煤blico lo determin贸 a la fundaci贸n de una gaceta enteramente nueva, y que jam谩s se habr铆a visto en las colonias en otras circunstancias. El tema que escogi贸 para ella indicaba el esp铆ritu que animar铆a el escrito, y lo que la causa de la libertad ten铆a que esperar de un tan buen abogado. 脡l escogi贸 aquellas palabras admirables de T谩cito, exquisitamente aplicadas a la situaci贸n del pa铆s: rara temporum felicitate, ubi sentire quae velis, et quae sentias, dicere licet. 2

Ni las extraordinarias ocupaciones del doctor Moreno como miembro del gobierno ni sus asuntos como secretario le estorbaron contribuir de este modo particular al beneficio de su patria, y los momentos que le dejaban las atenciones de su oficio, que en una revoluci贸n apenas pod铆an ser los muy precisos para el descanso los dedicaba en gran parte al recomendable ejercicio de ilustrar a sus conciudadanos. La Gazeta de Buenos Ayres sal铆a peri贸dicamente dos veces en cada semana, fuera de las ocasiones que exig铆an una publicaci贸n extraordinaria, las cuales ocurr铆an frecuentemente, y este papel que por s铆 solo, aun reducido a los t茅rminos m谩s triviales, era capaz de ocupar a un hombre ordinario, extendido a discusiones prolijas sobre la pol铆tica, no reconoci贸 otro autor que el doctor Moreno hasta su separaci贸n de aquel pa铆s. As铆 como en todas sus dem谩s operaciones, el editor no manifest贸 otros deseos que su heroica dedicaci贸n a trabajar en la p煤blica felicidad, y todos los provechos fueron cedidos al publicador, sin otra condici贸n que la de entregar doscientos ejemplares de cada edici贸n al gobierno, para distribuirlos oficialmente a las provincias.

Excitar el 谩nimo del pueblo a examinar sus intereses y sus derechos; establecer los principios s贸lidos de su felicidad, y combatir los agentes de la tiran铆a; tales eran los objetos que el doctor Moreno se propuso en la edici贸n de este papel, 煤nico y original en las prensas de la Am茅rica espa帽ola. En 茅l se hablaba la lengua de los pol铆ticos de Europa, y se preparaba al futuro Congreso la resoluci贸n de las cuestiones importantes que deben ocuparlo. Si la Am茅rica volviese alguna vez a admitir el juego que sus enemigos le desean, la Gazeta de Buenos Ayres ser谩 un monumento que recuerde los pasos que debieron darse para evitar esta fatalidad, y un testigo que acuse eternamente el mal uso que los nativos hayan hecho de los avisos que ella contiene. No, americanos, esas lecciones puras que el patriotismo y la virtud han estampado en la aurora de las pasiones, la ignorancia y la desgracia misma. Vosotros deb茅is estudiarlas; que ellas formen las primeras bases de la educaci贸n de vuestros hijos, y sean la antorcha que gu铆e vuestros pasos en la ilustre carrera que est谩 reservada a vuestra fortaleza.

Despu茅s de la revoluci贸n de Francia ha sido muy frecuente atacar las empresas de libertad, denigr谩ndolas con el odioso car谩cter del jacobinismo, que tan justamente ha escarmentado al mundo, y el descr茅dito que estas m谩ximas han merecido, ha continuado en ser empleado como arma poderosa contra el uso de los derechos sagrados del pueblo. Unas veces se ha buscado una analog铆a forzada entre los principios exagerados del jacobinismo, y las m谩ximas establecidas como base de la libertad, y otras, el horror afectado a las doctrinas de aquella sociedad, ha servido fundamento para proseguir la devastaci贸n y ruina, que a ellas mismas les era atribuida. Este modo de discurrir no es solo del d铆a. Cuando en 1795 se trataba en el Parlamento de Inglaterra de la continuaci贸n de la guerra con Francia, uno de los argumentos m谩s poderosos que produc铆a el partido del ministerio, empe帽ado en su prosecuci贸n, era la necesidad de destruir el jacobinismo. Ya hac铆a alg煤n tiempo que la convenci贸n hab铆a mandado disolver esta sociedad, y todav铆a serv铆a en Inglaterra como de un espantajo para asustar a los que deseaban la paz, con la cual se pretend铆a que los principios peligrosos de aquel c茅lebre club se comunicar铆an al imperio brit谩nico. No es extra帽o, pues, que los enemigos de la libertad de la Am茅rica se hayan empe帽ado en sacar jacobinos a los abogados distinguidos de los derechos del Nuevo Mundo, y que esta injusta clasificaci贸n, como la humanidad en otras ocasiones, haya servido de pretexto para sostener las pretensiones del despotismo y los furores de la venganza. El doctor Moreno profesaba principios s贸lidos de pol铆tica, y estaba bastante versado en la historia de las naciones, para no haber ca铆do en errores, que la experiencia hace en el d铆a inexcusables. Con todo esto, los discursos con que se dirig铆a en la Gazeta a sus conciudadanos no han dejado de ser mirados por el inter茅s y la prevenci贸n como esfuerzos del jacobinismo, y donde ni remotamente han podido encontrarse algunos visos de fundamento para esta imputaci贸n, se ha empleado la afectaci贸n de adivinar sus intenciones para confirmar la calumnia.

Referencias:
1 Despu茅s se ha declarado la libertad de la prensa, aunque todav铆a en t茅rminos que podr铆an parecer diminutos. Pero el art. 1潞 de esta declaraci贸n dice lo siguiente: 鈥淭odo hombre puede publicar sus ideas libremente y sin previa censura. Las disposiciones contrarias a esta libertad quedan sin efecto.鈥 Gazeta de Buenos Ayres de 26 de octubre de 1811.

2 T谩cito, Historias, Libro I, "...con la rara felicidad de los tiempos en los que pensar lo que quieras y decir lo que piensas est谩 permitido". Esta frase del historiador romano, por el uso que varios intelectuales hicieron de ella, se volvi贸 muy conocida durante el siglo XVIII, convirti茅ndose en un s铆mbolo de la lucha contra la censura mon谩rquica. (Nota de Elhistoriador)

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