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27/01/13 | Varios / Sugerencias

Un club para romperlo todo y sacarse el estrés

Image La invitación llega por mail o las redes sociales y propone: “Vení a romper todo y liberáte del estrésâ€. Detrás de la idea está Guido Dodero (29), publicista, quien se autodefine como “más pacífico que Ghandiâ€, aunque “preocupado por el nivel de violencia y estrés de nuestra sociedadâ€. Eso fue lo que le llevó a fundar The Break Club Argentina, que abrió sus puertas en mayo de 2011 en el barrio porteño de Palermo.

La consigna es simple. El cliente llega y se calza un mameluco, guantes, casco y protector bucal. Mientras escucha una “charla técnica†y algunas reglas de seguridad, va haciendo un calentamiento físico y mental para lo que vendrá después.

La segunda etapa es la de “liberación de tensiones†y consiste básicamente en sacar al Increíble Hulk que todos llevamos dentro y empezar a romper cosas al ritmo de Los Ramones, o cualquier tema que resulte inspirador. Luego de unos siete a 15 minutos de furia desatada (el récord de velocidad hasta el momento es de 3 minutos, y el que más se quedó lo hizo por media hora), se pasa a otra habitación. Allí, con una ambientación totalmente diferente (aromas, música suave) y en un cómodo sillón, se hace relax durante otros 10 o 15 minutos, o una breve siesta de media hora. “La gente sale feliz; es como una terapia con resultado exprésâ€, asegura Guido, y cuenta que “acá vienen profesionales, amas de casa, taxistas, cirujanos y oficinistasâ€. La mayoría de sus clientes son mujeres (70%), de entre 25 y 35 años, pero también ha tenido adolescentes de 13 años (que vienen con sus padres) y hasta una abuela, de 78.


Un negocio que la rompe

Los planes para romperlo todo incluyen tres opciones: la ‘Básica’ consiste en vajilla y 30 botellas de vidrio. El precio: $ 100. La opción ‘Súper’ incluye, además, un monitor o televisor por $ 180 y la ‘Premium’ agrega una computadora completa, con monitor, CPU y mouse, por $ 250. También hay abonos por quincena o por mes y planes corporativos para grupos de empresas.
“Tengo convenio con un restaurante de la zona, cuyos empleados vienen a romper vajilla. También con una empresa tecnológica que vienen por las compus y un grupo de telemarketers me pidió teléfonosâ€, dice Guido. “Brindamos un servicio personalizado y cada cliente arma la experiencia a su medidaâ€, explica. Pueden traer fotos o sus propios objetos, siempre que sean usados.
Porque este es un negocio sustentable, basado en la consigna de las 3 R (reducir, reusar, reciclar) -explica-, sólo rompemos aquello que no se puede reutilizarâ€.

Para proveerse de los objetos, The Break Club tiene un convenio con El Ãlamo, una cooperativa de recicladores. “Ellos nos traen las botellas y nosotros le damos el vidrio picado, empaquetado en forma seguraâ€. Para las computadoras y electrónicos, recurre a donaciones de empresas.

La inversión inicial para montar el negocio fue de unos $ 3.000 por el alquiler del lugar, (una vivienda para demolición en el barrio de Palermo), un set de equipos protectores y bates de béisbol. “La clave fue encontrar la locación -dice Guido-. La idea es que sea una propiedad para demoler, porque nadie te alquila un local u oficina en uso para este tipo de emprendimientoâ€, se sincera. Con un promedio de 15 a 20 “sesiones†por semana, que vienen por recomendación de amigos y por la difusión en redes sociales, factura entre $ 5.000 y $ 6.000 por mes.

La idea de Guido, que además de administrar este particular Club, continúa con su trabajo de diseñador y publicista, es “abrir más sedesâ€, para replicar en toras ciudades del país el éxito demoledor de su emprendimiento.

Identikit
- Nombre: The Break Club
- Fundación: 2011
- Actividad principal: “Espacio terapéutico: donde se pueden liberar tensiones rompiendo cosas.â€
- Inversión inicial: $ 3.000
- Facturación: $ 6.000 mensuales

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