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16/03/24 | Noticias

La geopolítica condiciona a gran parte del intercambio a nivel mundial

Image Según la OMC el volumen del comercio internacional de bienes en el planeta creció apenas 0,8% en 2023. Es una desaceleración pero también un paréntesis entre dos años previos de buena performance (alzas de 3% en 2022 y 9,6% en 2021) y un pronóstico de recuperación de 3,3% en 2024. Destaca la organización la resiliencia en intercambios en volúmenes (crecen levemente) pero reseña descensos medidos en dólares (por los menores precios). Han influido en esto las políticas antiinflacionarias en países desarrollados, el enfriamiento económico en algunas grandes economías y los conflictos militares.

Aunque hay otros aspectos destacables en los resultados. Uno es que -como ocurre en los últimos dos años y ocurría hasta 2019 cuando se desató la pandemia- la evolución del comercio de servicios es mucho más robusta que la de bienes. Otro es la heterogeneidad de resultados: Norteamérica ha funcionado mejor que Europa y Asia ha desacelerado. Y hay un tercero: la geopolítica parece estar condicionando el mapa comercial.

Unctad señala en diciembre pasado que, si bien en volúmenes el comercio no desciende, los flujos entre los principales mercados están variando considerablemente: en los últimos dos años (2022/2023) los intercambios comerciales entre países alineados geopolíticamente (“geopolitically closeâ€) han crecido más de 6%, mientras que entre países menos amigables (“geopollitcally distant†o “very distantâ€) han decrecido más de 4%.

Esto produce un relativo movimiento concentrador del comercio entre socios que modifica el mapa de vinculos. Aunque debe decirse que nunca llegó el anunciado -pero no concretado- “nearshoring†porque el comercio internacional se intensifica entre “amigos†(“friendshoringâ€) más allá de que están más o menos cerca. Las empresas pivotean en un trípode de adaptabilidad innovativa (la tecnología supera a la geografía), desarrollo de capacidad productivo-corporativa internacional y la la confianza política.

Esto causa fenómenos destacados. Durante la década pasada (la segunda del siglo) China era el mayor socio comercial de EE.UU. (lo fue por 12 años), pero en 2023 los dos mayores socios de la potencia americana son sus aliados del Umsca (México es hoy el país del mundo con mayor intercambio bilateral con EE.UU.) y la Unión Europea (apareciendo recién en tercer lugar, China). En una línea similar, en el ranking de “dependencia comercial bilateral†(entre diversos casos) se constata el incremento de la de Ucrania con la Unión Europea, la de Rusia con China, la de Arabia Saudí con la Unión Europea y la de Taiwán con EE.UU. Y, al contrario, decrece (además del caso referido más arriba sobre EE.UU.) la de Rusia con la UE, la de Corea del Sur con China y la de Japón con China.

No puede avizorarse si esto es definitivo, pero puede afirmarse que las empresas han comenzado a ponderar a la geopolítica como circunstancia relevante (entre otras, como la revolución tecnológica, la reconfiguración de las redes transfronterizas de generación de valor -ex CGV- y los cambios sociológicos/regulativos que modifican exigencias de consumo).

Ello está fortaleciendo los tratados regionales de integración comercial (que son más de 360 hoy en el planeta y hacen que el 70% de todos los intercambios planetarios ocurran sin carga arancelaria en frontera). Si bien lo explicado impacta más en las grandes economías (y menos en las menos relevantes como la nuestra), para Argentina esto es un componente crítico para su definición internacional (¿seremos invitados a ingresar en el APEP?). La inserción comercial exterior está exigiendo definiciones múltiples.

Marcelo Elizondo

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