“La Gendarmería no me deja pasar de una provincia a otra sin el R.U.T.A (Registro Único de Transporte Automotor) pero le entran más de mil bicicletas por mes de contrabando”, se quejó Ariel Ávalos, titular de la Fábrica de Bicicletas Ávalos de Roque Sáenz Peña, que la pelea en épocas de vacas flacas.

A mediados del año pasado, por orden de la jueza federal Nº 1 de Resistencia, Zunilda Niremperger, la Policía Federal secuestró en una bicicletería céntrica de la capital chaqueña bicicletas y accesorios de competición de contrabando por un valor de $ 700 mil.

Pero una golondrina no hace verano y el problema del contrabando en los pasos fronterizos incluso motivó un nuevo reclamo de la Federación Económica del Chaco, que este jueves no sólo denunció que las fronteras son un colador, sino la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones por parte de los comerciantes locales a causa de la fuerte carga impositiva que pesa sobre el sector.

Ariel Ávalos es abogado y contador y tuvo una activa militancia política que lo llevó a presidir el Partido Justicialista de Roque Sáenz Peña. Actualmente intenta mantener a flote la fábrica de bicicletas fundada por su padre, pero los tiempos que corren conspiran contra las mejores intenciones.

Meses atrás ya había planteado que la apertura de las importaciones y el contrabando, sumados a la falta de incentivos a las Pymes y el inexistente acceso al crédito, conspiraban contra la competitividad de las empresas locales. Ahora insiste desde su cuenta de Facebook:

“Palabra que nunca existió en mi diccionario es FRACASO... estrategia para reingresar en el mercado –mejora en el producto, mejora en la logística, manejo legal acorde, ingeniería financiera, etc. etc.– , pero... siempre pero... a la GENDARMERÍA que no me deja pasar de una provincia a otra sin R.U.T.A. le entran más de 1.000 bicicletas por mes de contrabando... ¿Qué variable sería la que no pude controlar?”

La historia de estos emprendedores chaqueños no es la única: con el menemismo prácticamente se fundieron, ya que la apertura de importaciones aniquiló el mercado. Con De la Rúa no les fue mejor. Ya con los Kirchner comenzaron a sacar la cabeza fuera del agua, recuperaron mercado y comenzó a irles bien, pero las nuevas condiciones del mercado los devuelve a un pasado con más dudas que certezas, considerando que, según el bicicletero, una bicicleta importada desde Paraguay tiene un precio final de venta al público de 700 pesos, y con los costos actuales de materiales un rodado de fabricación local llega al consumidor final a más del doble de ese valor.